Subirse al escenario, enfrentarse a los nervios que suponen actuar delante del público, recordar todo lo que debemos hacer y especialmente pasárnoslo muy bien eran los objetivos que nos propusimos cuando empezamos a preparar nuestra actuación para la celebración de la Navidad.
El Principito fue el hilo conductor de toda la historia; con él aprendimos la importancia de la amistad, de cuidar a los amigos, de que las cosas importantes no se pueden ver con los ojos...
Se trataba de un tema complicado pero poco a poco, y adaptado a la situación fuimos aprendiendo quién era el Principito y cuál era su historia.
El Principito también nos enseñó que en el mundo ocurren cosas que muchas veces no son buenas y que cuesta entender; el consumismo, las diferencias entre las personas en el mundo, el cuidado del medio ambiente...
Son aspectos que nos entristecen y por ello, tenemos que intentar que no ocurran y poner nuestro pequeño granito de arena; tenemos que "domesticar", como dijo el zorro, y tratar de cambiar todo aquello que está en nuestras manos; traer alegría al mundo.
Y así surgió nuestra representación que pretendía traer alegría a todos y recordar este bonito mensaje navideño, e intentar llevarlo a cabo el resto del año también.